martes, 7 de junio de 2011

LA HOGUERA BARBARA

UNIVERSIDAD REGIONAL AUTONOMA DE LOS ANDES´´UNIANDES´´

ALUMNA: Pamela Morales  Zúñiga
TUTOR: Abg.  Sebastián Valdivieso González
CARRERA: Derecho                         NIVEL: Cuarto

LA HOGUERA BARBARA
INTRODUCCION
La Hoguera Bárbara Así se titula esta gran obra de Alfredo Pareja Diezcanseco. es una obra escrita con emoción vital, con lucidez absoluta y con una notable forma literaria. Esas tres virtudes se sumaron en la mente y para construir este libro, que es, a la vez, la historia de la vida de Eloy Alfaro, la historia de todo el proceso de la revolución liberal y, como si todo esto fuera poco, también la historia del primer siglo republicano del Ecuador. Abarca no solo hechos problemáticos sino también da un espacio vital, su sociedad y su tiempo. Por su parte, la historia cabal de una revolución –cosa que este libro también es– no se puede limitar a contar los nombres, las fechas y las circunstancias del fenómeno, sino que reconstruye el tiempo y el espacio del suceso histórico, desde sus causas originarias hasta sus efectos futuros, y además dibuja y colorea el mundo circundante, con las imágenes de amigos y enemigos, de activistas e indiferente.

DESARROLLO

Montecristi
Todo empieza en Montecristi con la sublime brisa del mar que tenia tumbos contra la playa inmensa y solitaria, los tejedores de sombreros las largas ondas de viento y el alegre olor a sal, la vida transcurría paso a paso con el sonido de las aves, las personas con su magnífica  labor de la confección de sombreros de paja toquilla.
Pero cierto día cuando nuestro país se separaba de la gran Colombia llego a este pequeño pueblo  un emigrante español, quien era capitán de guerrillas en la Península  llamado Manuel Alfaro quien con el apreciado saber que los sombreros eran muy conocidos, decidió dedicarse a la explotación de ellos, pero a pesar de lo que ocurría en nuestro país le iba muy bien y su dinero se duplicado más de lo que trajo de España, como habitada en una de las regiones verdes y hermosas todas las personas eran amables y con la influencia de la primera constitución de ¨ser moderados y hospitalarios¨.
 Don Manuel, a más de guerrero, era hombre que empleaba largas horas en la meditación, en procura de latas verdades espirituales con las cuales confortaba sus desengaños políticos. Más hay que decir que lo que le hizo permanecer definitivamente en la tierra  de Montecristi a don Manuel Alfaro fue su amor por una hermosa quinceañera manabita, llamada Natividad Delgado.
Algunos años más tarde, don Manuel y doña Natividad hicieron dar el bautizo al quinto de sus hijos, Eloy, nacido un 25 de junio de 1842.
Don Manuel se enriqueció y doña Natividad continúo dándole hijos, hasta el número de ocho.  Eloy Alfaro no era ni un niño triste ni un niño alegre. Don Manuel movía el cabeza preocupado, diciéndole a Eloy, que va a tener vida alborotada ya que don Manuel le inculcaba que  la única manera de amar a la patria consiste en conocer bien sus males y sus desgracias.
Eloy a temprana edad adquirió un maestro compatriota de don Manuel, el cual  había venido de Europa este fue su tutor y la persona que le inculco hasta su etapa de adolescencia donde después tomo la tutela de la enseñanza don Manuel con quien  realizo sus primeros viajes en  velero pausado, donde llego a mirar y expandir sus horizontes y hasta llegar a ver al general Juan José Flores quien, desde 1845, vivía su destierro en el Perú.
La primera insurgencia
En aquellos caminos que surgían de la montaña, Eloy y su hermano mayor, José Luis, muy contentos y bien montados cabalgaban, con su ropa que vestían alegres ponchos de hilo y su cabeza con grandes sombreros de paja  blanca,  ya que, temían llegar tarde para la fiesta, ocupados como habían estado en vigilar la cogida de la tagua para el cargamento de don Manuel, el cual debía embarcar desde el puerto de Manta.
Al llegar a la plaza estaba cargada de gritos y de risas donde se distinguían las voces de la gente que disfrutaba año a año de esta celebración, después de mucho tiempo la fiesta moría de cansancio, por lo que, Eloy se vio involucrado luego en apuestas que al final fueron el resultado de una pelea, Eloy y los suyos fueron  atacados.
Al momento que Eloy regresaba a su casa pudo ver en la puerta a don Manuel que se paseaba con los brazos a la espalda. Duras palabras tuvo que escuchar Eloy, al mismo tiempo que era obligado a devolver el dinero ganado, luego de esto su padre le hizo prometer que nunca lo haría otra vez y Eloy lo aceptó ya que era un hombre de palabra y jamás rompería su promesa.
Eloy Alfaro leía libros que le llenaban el corazón y la cabeza de altos sentimientos por lo que al cabo de un tiempo comenzó a pensar que García Moreno era un déspota, sanguinario perseguidor de los liberales, utilizador del clero para sus fines absolutistas.
Cierto  día don Manuel  viajo a Europa y su comercio quedó al cuidado de sus hijos mayores por lo cual una mañana, sin resistir a su demonio interior, Eloy fue a visitar a don Manuel Albán jefe de los liberales de la provincia, con el cual, Eloy organizo una revuelta en la que el grupo de jinetes de Alfaro atravesó las calles del pueblo, y  cuando el coronel Salazar acudió a la puerta, se encontró frente a frente con Eloy Alfaro que le encañonaba el revólver .Salazar, astuto, habló mal de García Moreno, insinuó la conveniencia, y así obtuvo su libertad, ofreciendo apoyar la revolución.
Jamás en su vida Eloy Alfaro llego a confiar en las promesas de Salazar, el cual, los traiciono y Eloy no tuvo más remedio que huir por ese problema.

El coronel Alfaro

Pero a Eloy Alfaro le llegaron noticias de muerte, presidio, flagelación, destierros. Las ideas le bullían, preparando la siguiente jugada, iría a Lima, hablaría con el general Urbina y procuraría tomar parte en otra aventura.
Desde el principio como Eloy Alfaro supo que don Manuel Alfaro regreso de Europa, le escribió lo que había hecho, sin mujeriles lloriqueos de arrepentimiento, y le dijo que lo sorprendió una fuerza del Gobierno que lo llevo a huir sin remedio para luego informarse del desastre que Urbina sufriera en Jambelí, donde García Moreno en persona, dirigiendo la batalla naval, le derrotó y halló placer en fusilar, a horas distintas a todos los prisioneros de la batalla, uno a uno, extremando el castigo, hijo frente a padre, padre frente a hijo.
Eloy Alfaro después de esto viajó ocultamente a Guayaquil, por falta de vapores en Manta. La audacia de Alfaro al acercarse a los dominios de la tiranía, se vio compensada, ya que, algunos viejos amigos de don Manuel le ayudaron para que embarcase escondido. Algunas personas creyeron  reconocerle pero el negó su identidad con firmeza  y no lo descubrieron, ya que, el pasaporte no era indispensable en aquellos tiempos.
No cabe duda que García Moreno era un constructor puesto que era alguien muy inteligente y antes que nada, su actitud fundamental era la de un era señorito, tan orgulloso de su españolidad, como el más encopetado gobernador de la Colonia.
Alfaro en su destierro conoció a una señorita que se llamaba Anita Paredes y reunía  todas las cualidades que necesita un hombre para ser feliz como lo describió el mismo Eloy Alfaro. Era doña Anita una mujer excepcionalmente bella y temerosa hasta el punto de creer constantemente en la catástrofe y esta fue la mujer que dio a Alfaro varios hijos. Para estos momentos Montalvo había regresado de Europa y, desterrado en Colombia, Montalvo se erguía en la continuada lucha contra García Moreno. Alfaro correspondía con los liberales ocultos en Guayaquil o en Quito, en Montecristi o en Esmeraldas, y era tanta su fe que se negaba que dieran bautizo a su hija, porque quería que se lo dieran en la Patria.
El general Salazar, desde el Ministerio de la guerra, destruía los empeños liberales. Que Montalvo y Alfaro querían implantar, como todos los liberales de la época. Al igual que Borrero, liberal católico quien era el prestigio al parecer señalado para lograr la unión nacional, y por esto Alfaro, así cargado de esperanzas, se trasladó a Guayaquil.
Ignacio de Veintemilla, con dos mil hombres bien armados y junto a Alfaro se lanzó a la conspiración. Montalvo lanzaba artículos, manteniendo el fuego. Pero después de la acaudalada lucha sus esfuerzos se vieron frustrados otra vez.
Alfaro prófugo, refugiado en casa amiga, asumió la responsabilidad de rehacer las fuerzas. Veintemilla era tenido por liberal, contaba con la fuerza armada. Pero el oportunismo político siempre fue norma inevitable en las militancias cívicas. Llamó a Montalvo y ambos estudiaron las posibilidades. Algunos, descontentos con la quiebra de la promesa, propusieron la contrarrevolución, pero Alfaro y Montalvo se negaron, ilusionados con la presencia vigilante de Carbo sobre Veintemilla. A más, con el nombramiento de Urbina para General en Jefe del Ejército, no cabían rectificaciones apresuradas.
El anciano general Urbina pidió a Alfaro que le acompañara en la campaña como su ayudante de campo, ascendiéndole, de golpe, a Coronel.
Por el Sur el ejército marcharía. Siempre en espera del momento de combatir, escuchando los concejos de Urbina, que al final hicieron llegar a estos a quito y desplegar sus banderas y empezar lo que querían.
Los grillos perpetuos
Para nada las cosas no andaban del todo mal en Quito. Pero Quito era triste, impreciso, vagaroso como un recuerdo que le transportara a remotas edades. Pero las cosas no andaban del todo mal, porque había esperanzas, ya estaban en Quito don Pedro Carbo, en plenas funciones de su ministerio general, y José María Urbina, en las de general en jefe del ejército. Los conservadores habían iniciado la guerra contra Carbo. El hereje.
Se había dedicado a rehacer sus negocios y a mantener activa correspondencia con los liberales de oposición. Mientras que Veintemilla no podía gobernar con la Carta Negra, odiada principalmente en la Costa y repudiada por él mismo al sublevarse contra esta, por lo cual convocó, a un Congreso Constituyente, y allí aseguró que la Convención descatolizaría al Ecuador. El viernes Santo de 1877, un acontecimiento trágico vino a complicar los asuntos, el Arzobispo de Quito, Monseñor José Ignacio Checa, al beber el vino del cáliz, se envenenó. Veintemilla, habían asistido a la misa y viéndose este en esta situación ordeno al gobierno la abolición del Concordato, en aquellas épocas y por tales acontecimientos quito quedó en penumbra.
Pero luego Alfaro volvió a abandonar negocios y hogar en ruta a Guayaquil, para lo cual en este tiempo se trabajaba por la exaltación de un hombre público de grandes cualidades, el doctor Vicente Piedrahita, cuyo nombre era respetado por ciertos conservadores los cuales acusaron a los liberales de conspiración y esta fue descubierta, por lo cual,  Alfaro,  fue expulsado a Panamá. De seguido a esto se le acuso a Veintemilla de la muerte de Piedrahita.
 Alfaro arribó a Guayaquil. Tuvo que refugiarse en ciudad vieja, al pie de la Colonia Santa Ana, en casa de don Victoriano Cortés, un español, buen amigo de Don Manuel.
En el invierno de 1879 caían lluvias torrenciales sobre la ciudad. Las calles se tomaban negras del lodo. Alfaro escuchó un inusitado movimiento en el cuartel. Como una cometa aguda rompió el aire era Veintemilla en persona estaba en el cuartel, cuando Alfaro lo vio se cruzó los brazos sobre el pecho, apretó los labios y le clavó la mirada en media frente, solo  dos soldados se acercaron cargando los grillos, Eloy Alfaro fue llevado a juicio en el que pusieron ante sus ojos tres cartas comprometedoras las cuales el nunca negó.
Juan Montalvo, vuelto de su destierro, supo lo que se estaba haciendo con Alfaro, y publicó un artículo que llamó “Los Grillos Perpetuos”. La voz clamaba: “García Moreno tuvo su Juan Borja, Veintemilla quiere tener su Eloy Alfaro, al cual, quería matarlo a fuego lento y comérselo vivo por los pies, en el tormento de un calabozo, donde Alfaro estaba solo, hundiéndose en el abismo de sus fuerzas desfallecientes. Era cierto. Veintemilla se lo estaba comiendo por los pies.
La derrota de esmeraldas
La ciudad de Guayaquil era una cuidad liberal. Aquellos burgueses comerciantes por instinto regañadientes con las ideas del siglo, les apasionaba porque ofrecían la conquista de la hegemonía nacional enraizada en quito y aledaños.
Alfaro estaba enfermo, agobiado por dólares reumáticos, un día recibió la visita del Cónsul de Colombia, el 3 de marzo subscribió el convenio para poder salir de la prisión y del país de la prisión que se encontraba. El 8 de marzo, día de san Juan de dios busco el muelle a su arribo, la presencia de los suyos pero no vio a nadie. Pero dijo que avisen que ahora residía cerca del hijo, le tendió los brazos. Anita había salido como loca sin decir nada aun no había retornado. El mismo salió a buscarla por las calles la encontró temblorosa, el paso nervioso y allí mismo se colgó de su cuello como de una esperanza irrevocable.
De forma que le escribió al gobernador de la provincia del guayas El gobierno que usted representa en esa provincia no ha cumplido el compromiso que contrajo conmigo a saber el de poner en libertad a los demás presos políticos que aun estaban detenidos en esa ciudad. Se acercaba a los treinta y siete años no tenía ningún poder tangible, se hallaban al borde de la quiebra, enfermo y fatigado pero en la nota del gobernador usaba de un tono de mando que le estaba naciendo en el alma y hacía gala de astucia, no destruía el primero su compromiso, esperaba seguro que viniera a la tortura de parte de Veintimilla. Y así vino y todo empezó de nuevo.
Pero los últimos recursos fueron empleados en comenzar a publicar las Catilinarias de Montalvo que también exiliado desde Colombia había fustigado a Veintimilla a latigazos iluminados.  El capitulo XII del Apocalipsis  lo encierra aplicable a varias épocas y posibles  es que correspondan a la presente. Sobre este estudio el doctor es el más  competente para agitadora, graciosamente titulada “El Te Temen”. Eloy había liquidado su parte cuando el siniestro azoto las minas, nada le quedaba así nueva sociedad sin que aportaran un centavo y solo con los aportes primeros.
Nuestro pais parecía estar al borde de otra guerra civil, al comenzar el año de 1880 Eloy con aquellas cartas  que escribía y recibía aconsejando siempre a los amigos la buena hermana de la familia, decidió volver al país en cuanto se diera la señal. El pacto ya no existía estaba roto desde  se diera la señal. El pacto ya no existía estaba roto desde que su carta al gobernador no diera frutos, como lo esperaba y deseaba. Doña Anita su esposa le dio otro hijo al que llamo Colon.  A los pocos días de vida que nació su hijo murió, y Alfaro guardo el nombre  para después de unos años, hasta que en 1891 tuvo otro hijo y le puso  el nombre de su hijo que se murió.
Un ejemplo era el de Montalvo que conspiraba con todo el país ”el mudo” mote colocado por Montalvo. A un abogado en prisión le habían amenazado diciendo “cuidadito doctorcito, le pongo las mucetas en las nalgas”. Conservadores deseosos de volver a la época añorada preparaban levantamientos en el norte, Montalvo partió a tumbaco, encargado de un negocio de armas. Solicitado por cientos de cartas Alfaro seria el jefe de las futuras batallas así que se dedico a leer libros  de táctica a estudiar las campañas más celebres de la historia pero favorito de las libradas  por bolívar y sucre.
La mujer Marietta Veintimilla  sobrina del capital general que apenas tenía veinte años, ella una mujer soberbia, orgullosa, y audaz. Vernaza tenía sus planes de elevarse a la dictadura sea que sea simplemente por convicción democrática resolviera a última hora de impedir la violación del estatuto legal. Marietta regreso al palacio calmo los ánimos, dio instrucciones precisas volvió a la plaza y con pequeña y blanca mano cruzo el rostro estupefacto de Vernaza, pocas horas después la guarnición militar de quito proclamaba dictador al general Ignacio de Veintimilla de la cuchilla como le puso apodo Montalvo y donde todo iba de mal en peor.
En Guayaquil se puso el sol
Al momento de regresar Alfaro llegaba nuevamente  derrotado a panamá, miguel Valverde restablecido de sus dolencias, tomo un disfraz de indio y creyó fácil embarcar así con rumbo al Perú, fue descubierto y enviado a Guayaquil incomunicado y cargado de cadenas. Veintimilla  una noche visito cierta noche  en su calabozo del cuartel del batallón el cual dijo que se vengara de Alfaro, se vengara de usted, y se vengara de todos. Un medico gordo y abotagado por el alcohol tomaba el pulso de Valverde, haciendo con sus ojillos señas de que aun podía soportar.
Tenían dinero reunido para vencer  a Veintimilla poeta sin palabras y sin música la pulcra ambición. El hijo de Rafael se había pegado un tiro en la cabeza, Alfaro sabia este secreto y se guardo. Decían que él era valiente y tenaz  como él. El 6 de enero de 1883 se rompieron hostilidades  en esmeraldas. El 20  Alfaro recibía de Vargas Torres el parte oficial del combate, siete días después viajo con sus amigos, allí donde tocaba su barco, incorporaban luchadores y encontró en el camino con Manuel Semblantes portador de parte del dinero ofrecido de Quito.
Alfaro estaba atento a la belleza de Marietta aunque sin éxito había defendido la dictadura de Papa Ignacio, cuando también ausente en  Guayaquil asaltaba a  mano armada, Marietta grito y dijo “A pelear pues” Marietta asumió el mando del ejército, como si ya hubiese tenido experiencia, todos los soldados le gritaron “viva la generalista” era bella y amaba la vida ella era muy valiente a la hora de pelear daba todo de ella, le gustaba ser una mujer luchadora.
Los hombres conservadores y vencedores en quito marchaban sobre Guayaquil , Alfaro por aquella circunstancia tenia aliados tácitos a sus enemigos de siempre, ministro de Interior de Relaciones Exteriores de Hacienda Publica hizo suprimir el diezmo dejando solo el tabaco y el cacao en virtud de la escasez de recursos para la campaña. Conquistar en nombre de la libertad su tierra manabita acariciado por Alfaro  dictando providencias liberales haciendo pequeñas las posibles en un estado de guerra reformas progresivas y ganado partidario.
El día de la batalla, el último dolor ya había pasado cuando el pequeño combate del 6 de junio día en que desembarcaron los enemigos en puerto lisa  y coparon la escasa guarnición. Alfaro expuso los detalles de su ataque y lo miraron con extrañeza, maestro consumado en el arte de la guerra. Alfaro triunfo y por las calles cantando canciones de la libertad la voz de VIVA Alfaro  se levanto como un encantamiento. Pero había descuidado loa aliados conversaban a voces ocultas y ocupaban de operaciones  ultimas de limpieza. Los faroles echaron sobre el agua y las piedras las luces amarilladas de velorio montubio. Un viejo amigo le ofreció su casa, pero andaba tímido, el mismo se castigaría diciendo “Después de la batalla me conduje como un caudillo”.
La política de los sesudos
Desde tan lejos Montalvo ósea parís escribía “Con que se viene abajo el malhechor”  estaba esperando un telegrama que le anunciare la fuga de Guayaquil o la muerte a manos del pueblo. Alfaro era generoso de corazón, la insignia de los conservadores era es García Moreno, y por falta de cordura perderá una ocasión de paz y concordia entre los ecuatorianos.
Pero Alfaro era ambicioso y estaba dispuesto hacer un trato, el 9 de julio había entrado triunfante a Guayaquil  y llamo a un ministro para su gobierno. El 10 de julio las calles eran estrechas para contener al pueblo. Alfaro quería hacer dos gobiernos en el ecuador pero el pentavirato no aceptaba tener dos gobiernos en ecuador. El 15 de julio fue elegido Jefe Supremo de la Provincia  Don Pedro Carbo. Carbo permanecía en Guayaquil ejerciendo las funciones  del gobierno, el pacifismo inocente de Carbo producía la derrota definitiva, La Cámara de Diputados de Colombia expidió un acuerdo, “La Cámara celebra la caída del dictador  Veintimilla definitivamente vencido y arrojado del territorio los ecuatorianos por fuerzas victoriosas del general Eloy Alfaro “.
Trece votos tuvo Alfaro. Le felicitaron por los servicios prestados  y fue confirmado en el grado de general de la República con diecinueve votos conservadores en contrario, según los flores, Alfaro el montonero Manabita quedaba eliminado. La campaña no está terminada, esto solo es una tregua. Los liberales no debemos consentir, el retorno a Guayaquil después de haber licenciado su ejército tomo un buque para Panamá y empezó a recordar a su esposa Anita, y a su nueva hija cuando le tenía en sus brazos a quien le puso el nombre de Esmeralda, entonces le vino a su memoria la Provincia de Esmeraldas porque a partir de Manta derrotado, le dejo palabra ardiente y cordial, por los salones empezó a correr un chiste si hablaban de Alfaro le llamaban EL General de las Derrotas como en forma de burla.
Jaramijo
Cerca de los cuarenta años, un pobre, difamado y vencido, solo doña Anita le devolvería lo robado sus alegrías y sobre todo sus esperanzas. En panamá la vida era muy dura, no había dinero pero la casa en que vivía doña Anita era heredada de unos parientes.
Los hijos de doña Anita no carecían de pan ni de escuela. Doña Anita, lo insinuaba  a él  que se retire a un rincón: hogar o patria, el tenía que escoger.
El ansiedad del desquite no le daba sosiego sino que le llevada a la superficie razones irrevocables. La belleza de doña Anita había ganado en serenidad impalpable y tangible, dándole fuerzas ocultas del destino.
Mujer de poderosas intuiciones sabía que su marido jamás rendiría su amor a la libertad por el amor de ella. Otra cosa no era empapar los recuerdos amargos de su rutina.
Caamaño decía “Soy enemigo de la guerra, mientras no se agoten los recuerdos de la paz”. Sortearon los nombres y Caamaño gano una rifa como quien se casas el premio gordo de la lotería.
Caamaño era un comerciante afortunado ahora, que especulaba con el estado, al afirmar que los contrabandos de mercancías del exterior le enriquecían y que si había elevado las tasa aduaneras era para proteger mejor su ilícito comercio.
Mas el gobierno había despachado tropas, artillería y ametralladoras. El entusiasmo juvenil hizo lo que no aconsejo la prudencia.
El objetivo de Alfaro no se había cumplido. Un día corrió la noticia de que Alfaro había llegado a Bahía de Caràquez.
Mi general, su hermano ha sido herido de gravedad, el entusiasmo embriagaba a las tropas, que desafiaban el cañoneo. Cuando le informaron que por el otro lado las fuerzas de centeno eran arrolladas.  En la tranquila bahía se balanceaba el Pichincha y a lo lejos el mar lo ofrecía la honra a lo muerte.
La pacificación.
Medardo hundida la cabeza entre el pecho permaneció largo rato como ausente. Ha muerto don Eloy decían todos. No circulo aquel día ni una sola cara alegre en el pueblo de Montecristi.
La casita de los Alfaro allí se veía muda cerradas las ventanas. El aire, fino y transparente, pasaba corriendo hacia el mar. Solitario el camino y solitarias las almas de los rebeldes vencidos.
Vendrán los terroristas los duros soldados de la “Argolla” y se dedicarían a cobrar las deudas. Sin entusiasmo ya marcharon a ocupar sus puestos.
Pero otra vez Centeno y Medardo Alfaro riñeron. Centeno era orgulloso, Medardo, tozudo y brusco.
Nicolás Infante cayó prisionero. No le temblaron los ojos al oír la sentencia de muerte. Pulcro, derecho el talento y la dignidad le habían preparado.
Pensamiento y acción, probidad, tranquilidad presencia ante las cosas inexorables. Contra las piedras de las calles de Latacunga, sonaron los huesos apedazados del comandante Leopoldo González.
Su valor temerario no podía subrogar la falta de conocimiento adecuados para dirigir una botella en las aguas.
Ya no restaba nada, que solo la resolución de vender a buen precio la vida los llevaba por caminos inhóspitos.
La capital de la provincia estaba otra vez en poder del gobierno, pues había quedado desguarnecida cuando los liberales se aprestaron a marchar hacia Manabí para reforzar la acción de Alfaro.
Los desastres de Portoviejo y Jaramijo les hicieron volver al norte y ahora se hallaban juntos pocos, desalentados, pero recuperándose a ratos como cuando formaban un puñado de idealistas y fraguaban conspiraciones descabelladas y dudosos golpes de cuartel.
La madurez le ganó de repente, cuando sólo, sintiendo la ausencia, se había llevado las manos a los ojos y había pasado sobre ellos levemente sus dedos fríos. Viro las palmas hacia arriba, las miro y las dejo caer.
GANADOR DEL DESTINO
LA VOZ DE LA TIERRA
El Ecuador en aquella época, no era como ahora, un país pequeño. Tenía 3 vecinos, Colombia, al norte, dando cara a ambos océanos y avanzando el brazo de panamá; el inmenso Brasil al este y Perú al sur cubriéndole parte de la frente a Bolivia.
Ecuador antes tenía una mayor extensión, pero antes en las escuelas se enseñaba a los niños que el territorio patrio comprendía mas kilómetros que Francia, y que la batalla de Tarqui ganada por sucre en los lejanos días de la gran Colombia, en la cual se había derrotado a Perú, pertenecía a la categoría de las epopeyas casi míticas.
Siempre existió rivalidades, pero la que mas transcendencia tuvo eran las de los orgullosos costeños y los herméticos y seguros serranos, el costeño se ingeniaba maneras para seguir para recibir y entender la marcha del mundo.
Montubios y cholos los primeros con algo de sangre negra así como también tenían sangre marinera en las venas; eran valientes, activos, sabían moverse con ardor pero carecía el sentido de organización y desconocían en absoluto el ahorro.
El montubio era aturdido, brillante y pendenciero. El cholo en cambio, tenia del mar la conformidad del destino, y del viento de la pampa, el silencio de sus ojos burlones; aquí había surgido una nacionalidad quebradiza. Con estos hombres construyo el gesto del 6 de marzo de 1845.Surgieron 2 fuerzas poderosas: la juventud educada con principios de la libre independencia; y la burguesía mercantil.
Finalmente existía la inquietud por crear la nacionalidad que nunca comenzó con firmeza, a pesar de la ya formada estructura política del estado.
Federico González Suárez, emitió estas terribles palabras: “En el Ecuador, los frailes son los dueños absolutos de la sociedad en las manos de ellos está la vida o la muerte del pueblo ecuatoriano”. Era la religión el instrumento más eficaz para mantener al indio esclavizado.
La tierra estaba trabajada por los indios y no costaba nada, las cosechas eran abundantes, los salones sociales bien provistos y las familias decentes vivían en paz.
Las campanas daban normas al alma, tanto así como: la hora del rezo, hora de la misa, hora del difunto, hora del descanso. También los fieles daban limosnas para ganar indulgencias, invertían su dinero para ir al cielo; todo esto cuando el señor cura intercedía por los fieles.
Además, el sexo era perverso, y por ello andaban con las manos apretadas.
Guayaquil se convirtió en la potencia comercial, ya que por su diversidad de recursos podían tener no solo el comercio en Ecuador sino también con potencias extranjeras.
La gente decía Eloy Alfaro no es un estadista tampoco asistió alguna universidad, no vivió en Paris y no esta relacionado con la gente bien decían los círculos llamados progresistas ¿Cómo se atrevía a pretender la presidencia de la república? ¡Solo eso le faltaba al país! Pero el pueblo no pensaba del mismo modo, lo amaban y eso era bastante, era verdad que no era un estadista y que tampoco tenía fama de poseer una gran cultura. Era verdad que él llevaba dentro de si, como ningún otro, virgen de postizas influencias, la pasión de la tierra por su pobre tierra abandonada, sin cultura sin historia y sin un claro destino.
Pero lo que la gente desconocía, era Alfaro aprendía en cada rato libre, que fijaba los ojos en los libros de historia y filosofía llenándose de fe, equipaje espiritual, de humana ciencia perdurable; que era de gran ayuda mantener su espíritu lleno de ese fuego alentador, que lo obtuvo y no lo puede dejar extinguir desde que fue niño.
Ecuador se caracterizó por sus soldados, campesinos que mandar, el corazón de la montaña, y la sorda vida de la montaña.
Don Placido Caamaño no alcanzó su tranquilidad ansiada en su gestión de gobierno.
Ni su poder era bastante para lograr un frente nacional, ni la crisis política que surgiera a causa de las Montoneras Liberales podía salvarse a sangre y a fuego.
Seguían existiéndolas desigualdades arriba la se mantenían los privilegios mientras que en lo más bajo existía el descontento de los jóvenes.
A pesar de toda una fuerza oculta a diario golpeaba en la fortaleza aparentemente indestructible de la legalidad conservadora. Eloy Alfaro venia luchando desde los 19 años y hasta la fecha ya lo había hecho por dos decenas de años. El pueblo al querer un cambio en la vida ecuatoriana, nombraba a Alfaro. Solo Alfaro era capaz de conseguirlo; era la idea que tenía el pueblo; hombre de pequeña estatura, barba en punta, sencillo y sin literatura, y, sobre todo bravo hasta la tremendidad.
Se consagro héroe nacional por excelencia en la batalla naval de Jaramijó.
Ser Alfarista significaba o equivalía a ser valiente, a ser algo que desafiaba lo establecido, a ser una especie iniciador, de poseedor de algún secreto de felicidad común. La psicología de inconformidad, caracterizaba al pueblo ecuatoriano, ya que todo el mundo es decir, los jóvenes de la clase media y los hombres descalzos de los arrabales querían ser Alfaristas.
Y la gente al escuchar en cualquier reunión o celebración gritaban: ¡Viva Alfaro, carajo! Muchos decían: ¡qué barbaridad! Criminal anarquista a corrompido al pueblo y repetían exclamando: ¡Viva Alfaro, pésele a la cobarde envidia!
Alfaro había regresado después de algunas derrotas, y siempre lo esperaban ya vendría y cobrarían deudas. Allí vendría el viento bueno y borraría los días de cárcel y garrote.
Alfaro se encontraba lejos y se le dificultaba reorganizar una revuelta, poner orden a la agitación. El gobierno había cerrado el comercio marítimo de Manabí y Esmeraldas.
El estado ahogaba la vida de esas tierras como lo eran Manabí y Esmeraldas. El terror había tomado del cuello a las provincias del Litoral y amenazaba con ahogarlas.
El general Sarasti era ahora ministro del general Don Placido Caamaño y ordenaba al jefe de provincias del Litoral, Reinaldo Flores.
El Dr. Rivera diputado fue el único que protesto por los asesinatos y acusó de ellos al Vicepresidente y al general Sarasti. Ellos tenían una gran argolla la cual oprimía y no permitía que se dieran nuevas rebeliones.  Y todos esperaban a Alfaro.
Habían intentado matarlo, llegaron los rumores a Ecuador, le habían obsequiado unos dulces y no se los comieron, mas se les dieron a un perro y en unos pocos minutos comenzó a convulsionar y luego murió.
Doña Anita alzo los brazos al cielo. Y dijo ¡mis hijos que horror Dios mío. Doña Anita quiso dar parte a las autoridades, mas Eloy no acepto su propuesta, ya que esto perjudicaría la nación se armaría un escándalo y nada obtendríamos. Doña Anita en su desesperación quiso averiguarlo y cuando lo hizo se dio cuenta de que una pareja de ecuatorianos que trabajan de domésticos para el cónsul lo habían hecho, ella dijo aquí están los resultados de la política. Así mismo lo quisieron asesinar cuando caminaba por la calle y dispararon con un revólver y no hizo nada. En los combates nunca le habían herido y ahora en una encrucijada lo harán.
Luego dieron parte a las autoridades y nunca se supo más de ello, la policía lo cuido.
La vida y hora grandes cosas para destruir. Le imputaron sus gestiones para reunir al Ecuador nuevamente en la gran Colombia.
Boliviano de corazón comprendía que la única posibilidad de grandeza que tenían los pueblos americanos que era el cumplimiento de los sueños del Libertador.
Aquel partido liderado por el General Santander fue quien decididamente trabajo para disolver la gran Colombia del libertador.
El objetivo era unir las tres repúblicas para derrotar a la potencia estadounidense, sería un delirio de patriotismo exagerado.
La gran Colombia era el primer paso para el sueño de Bolívar. La estructura de un gran estado indio americano, era un alto pensamiento del libertador, equilibraría sus posibilidades con el crecimiento de los Estados Unidos de Norteamérica. Nadie entendió que es lo que quería hacer Bolívar y se burlaron, de la misma manera lo quisieron hacer con Alfaro.
Es verdad que en 1883 existió un pacto secreto entre los liberales colombianos y ecuatorianos, es decir que ellos tenían un ideal en común y obviamente mantenían una misma ideología y con ello podían restaurar el sueño de la gran Colombia.
Se había acercado en sentido de solidaridad americana, era fácil ya que su economía se había  detenido tenían muchos recursos, colonias agrícolas así convenía a los grandes capitalistas a los grandes capitalistas de América.
La argumentación oficial de la argolla insinuaba la intención traidora allí donde la ambición era más alta y más blanca. Otras razones de puro sentimiento guiaban a Alfaro.
Alfaro amaba a Colombia ya que era su segunda patria además porque en ella se luchaban por los mismos ideales, también la amaba porque era hija de Bolívar, por haber vivido en ella los destierros, por ser tierra de América, por haber encontrado allí la paz de doña Anita y porque allí nacieron sus hijos Washington solicito el envió de tropas para sofocar agitaciones políticas interiores, producidas por el litigio de un ferrocarril. Alfaro no tenía más que un deber que le torturaba: contribuir a la creación de América, formar patrias allí donde la historia se ocultara entre penumbras.
El robo honrado
Todos los días llegaban al puerto las grandes canoas de pieza cargadas de cacao, y Guayaquil comenzaba a ganar su lucha contra el pantano, difícil y costoso parar las casas y mas difícil el pavimento y aquello de sanear mejor ni pensarlo.
Por las calles céntricas el transito se hacía sobre empedrado pulido, en elegantes y acojinados coches, sonando las campanillas al trote acompasado de los caballos percheros.
Todavía el color colonial lucia en los amplios corredores de puro guayacán en los tejados rojos en la famosa casa donde bailo Bolívar allá por el puente de Cangrejito, hacia las ocho de la noche frente a los farolillos de esperma de daban cita las familias para comprar chirimoyas y escuchar el canto picaresco de los barquilleros ¡Ah, los buenos barquillos canela! Cantaban y ofrecían su mercancía guiñando los ojos:
Allá arriba de ese cerro
Tengo un palo colorado
Donde pongo mi sombrero
Cuando estoy enamorado.
Alegre la copla y dulces los barquillos.
Por cinco centavos, un puñado y una canción. Después, la velada continuaba hacia las diez unas veces valsando, otras bebiendo jícaras de espumoso chocolate, y los viejos, siempre jugando al tresillo en tanto que la señora de casa  bostezaba detrás  disimuladamente tras el abanico de plumas.
Por las noches, las covachas las covachas se llenaban de humo de cigarros para ahuyentar a los mosquitos y para olvidar el bochorno abrazador chicha fermentada de maíz o puro aguardiente de caña aunque minutos después estuvieran ardiendo. Cierto que la vida era fácil y el alimento, entonces, barato. Pero no en vano se vivía sobre el fango y se tenía que usar para el amor o la muerte el mismo jergón hediondo sobre las tablas húmedas y carcomidas.
La esperanza, distante, pero firme, sostenía. El sueño de una vida mejor para el pueblo ni siquiera había llegado a los espíritus más finos. Sabían de su vida en Guatemala. Sin un compatriota a su lado, su fama de héroe de la libertad le había granjeado admiración de amigos influyentes. La leyenda paso cortinas transparentes sobre aquellos hechos. En palenque el nombre era repetido con ansiedad en aquellos momentos hizo la proclamación Nicolás Infante.
Muertos en Manabí, muertos en el mar, muertos en la montaña de Los Ríos, temerarios chapulos, el primero de todos Nicolás Infante Estrada y los otros a la prisión.
Escondía los diarios centroamericanos que elogiaban sus hazañas. Cierta vez, Andrade leyó en alta voz un artículo: son exageraciones; me comparan con los patriotas e la Guerra Magna; en todo, debe respetarse la verdad.
En el callao, lo esperaron compatriotas. Entre ellos, el Coronel Vargas Torres. Poco después, llegaba a Lima Pedro Matriz, otro joven de alto corazón idealista, llevándole integra la herencia que acababa de recibir.
¡Podría acaso decir una palabra aquel hombre?, trocado en gesto tembloroso un largo, un misterioso silencio llenaba su habitación del hotel. Era como si los ademanes se hubieran congelado de repente solo después, mucho rato después, tanto se hubiera asegurado que ya el tiempo había rodado largos, insondables años, laceria voz de su garganta creció de palabras:
Nuestra patria se ha salvado ya. La están salvando los hombres jóvenes como usted. En este momento, como nunca, experimento un orgullo inmenso de ser ecuatoriano,
El escándalo en Guayaquil se inflo con la publicación de la carta “¿y el hombre que suscribe es quien habla a la juventud de progreso, de patria, de honradez, de justicia? ¿Y es este hombre quien invoca la causa liberal para cobijar sus crímenes?”  Así lo diría, poco tiempo después, Antonio Flores y así lo decían todos los señores del gobiernos y lo coreaban los famélicos, parientes, y amigos que rodeaban en torno del presupuesto de “la argolla”.
Lo que siembra la muerte
En el Perú favorecía el triunfo del general Cáceres, en cierto aspecto la causa de los liberales ecuatorianos, que podían conspirar sin ser molestados por la policía peruana. Dinero para la revolución no faltaba, el mismo Coronel Varas Torres hombre de fortuna, había entregado nuevamente apreciables sumas a Alfaro que, junto con otros donativos las depositó en un banco de Lima. Una expedición, un barco, amagar por tierra y por el mar. Había entonces que obtener mas dinero. Para devolver las contribuciones a los que sacrificaban sus capitales y para levantar fondos. Alfaro ordeno emitir bonos de un mil y de quinientos pesos fuertes de palta.
Curiosos documentos, impresos cuidadosamente, que expedía el consejo supremo provisional y que más abajo antes del escudo patrio, tenia esta leyenda: “Deuda de la revolución ecuatoriana”. Eran títulos al portador, al 6% del interés anual y se amortizarían de conformidad con un decreto supremo de Alfaro expedido en Diciembre de 1884, antes de Jaramijó.
Llevaban la fecha en Lima, el 6 de abril de 1886, y los firmaban Eloy Alfaro, como encargado de mando supremo de la república al respaldo de la hermosa litografía, el artículo cuarto disponía que la amortización se efectuase “Dentro del primer año de pacificada de la república de la consecuencia del triunfo de la causa liberal y sin perjuicio de que sean ellos administradores en las oficinas recaudadoras del estado”.
La negociación se había realizado con rapidez cuando las noticias de la patria indicaron que era el momento propicio. Por el sur, los fuegos se habían roto en Célica, sabedores de la llegada de Alfaro al Perú. Y en las provincias litorales del norte, los hermanos Cerezos ambos coroneles se batían ya durante meses secundados por valerosos oficiales y continuando la leyenda de los chapulos.
Por todas partes, surgían las montoneras, inflamando el entusiasmo y debilitando la estabilidad del gobierno. En el congreso 1886, se quiso intimidar: como un escarmiento para los revoltosos se les daría la pena de muerte así lo emitió el obispo senador, llamado León, la constitución de la república prohibía expresamente la pena de muerte a pesar de ello los legisladores querían aplicarla.
Desde las barra una voz rompió en nombre del pueblo: protesta por la crueldad de lo que se proponía, protesta por ser inhumana, protesta por ser inconstitucional. Julio Andrade un joven de 20 años después se convertiría en un notable general de la república. Fue arrestado por irrespetuoso, entonces el gesto altanero, digna la figura lanzo su exclamación de hombre libre !protesto en nombre del pueblo! ¡Esto es un crimen! ¡Viva el partido liberal!
A oscuras, con la noche piedra contra sus ojos, dejo Andrade grabado su rebeldía en las paredes de su celda:
¡Viva el partido liberal! ¡Viva Alfaro! Era una sola actitud heroica que había enderezado al Ecuador.
Ansia de sacrificio se leía en los ojos. Seguros del triunfo, todos aportaban personas o bienes. En Lima se hallaba un señor acaudalado, Lorenzo Ruffo Peña, por cuyo intermedio llegaban los giros para los gastos de la expedición y la  adquisición de los bonos. Alfaro había dispuesto que Vargas Torres incursionara por tierra, apoyando por el otro extremo del país, la magnífica hazaña de los Cerezos, mientras que el mismo buscaría el mar con un buque. Aprendería acumularía esfuerzos y experiencia Jaramijó fuese una escuela. Estaba equivocado: carecía de práctica y conocimientos para pelearen el mar y no tenia oficiales expertos pero nadie le podía quitar de su cabeza sus ideas el barco ya estaba comprado y solo faltaba dar el último pago Vargas torres había partido, llego a territorio ecuatoriano y pesar de que sus camaradas habían sido derrotados en Célica, abrió operaciones en Loja nadie supo cuando la desgracia empezó a acercarse Lorenzo Ruffo fue vencido por la cobardía y el miedo de fracasar y perder el dinero. Alfaro no pudo obligarle y Alfaro dijo con cobardes a ninguna parte, hacen más daño que los perversos.
Aun tenían la esperanza de la campaña de Vargas Torres y de los Cerezos que aun estaban vigentes. Pero había incertidumbre por la falta de noticias inactivo  esperando; Alfaro sentí caer las horas con tremenda responsabilidad ante la vida y la muerte de los suyos.
El 28 de noviembre de 1886. Anochecía cuando sabía que las fuerzas del gobierno se concentraban en Célica, y Loja cayó en manos liberales. Felicito a las tropas, llamándose representante del “egregio caudillo general Eloy Alfaro”.
El 7 de diciembre empezó el combate el cual duro 5 horas, ya crecido el sol se fortalecieron en la torre de la iglesia de San Francisco y estaban rodeados.
El coronel Vargas Torres estuvo prisionero y compareció ante el coronel vega Vargas Torres y otros prisioneros fueros engrillados y conducidos a Cuenca estaba en el calabozo tuvo 15 horas de deliberaciones mentirosas y formalidades legales al presentarse al juez dijo me presento ante vosotros no a defenderme del decreto expedido violando los artículos 14, 22,122 y 129 de la constitución victimario  de los ecuatorianos “Nuestros derechos han sido pisoteados he ilusorias nuestras garantías.
La sentencia fue breve. Fueron condenados a la pena capital Vargas Torres escribió a su madre una carta conmovedora.
El 19 de marzo se entretenía hablando con el amigo infantil Carlos, Vargas Torres inclino el rostro y le dijo al niño vas a oír  mi sentencia de muerte, el niño no entendía de que se trababa. Le dijo al señor obispo, es inútil, y me matan por satisfacer su ruin venganza: mi corazón desfallece no puedo más adiós.
Eloy Alfaro de codos en la mesa de trabajo se ajustaba las mejillas con ambas manos. Tenía los ojos rojos lleno de dolor dijo a sus amigos: Luis se ha inmortalizado.
El abatimiento no venció a Alfaro no podía enviar auxilio a los partidarios y esto le angustiaba. Derrotas y crímenes
El general mexicano  al cual lo describían como aventurero,  le ofreció sus servicios a Alfaro, que Alfaro acepto. La guerra permanecía encendida en el Litoral. Vino la noticia del desastre, las fuerzas de Sandoval fueron destruidas.
El Coronel Crispín Cerezo y varios de sus oficiales rindieron la vida, batiéndose hasta el último cartucho algún tiempo después regresó el Mexicano a Lima-se llamaba Ruiz Sandoval – y un rumor, a caso de calumnia, afirmaba que había dispuesto las armas de acuerdo con Caamaño. Alfaro, como quiera que fuese, no le volvió hablar.
General de tantas derrotas, Alfaro superaba el dolor encerándose en la biblioteca nacional de Lima, cuyo director, el célebre Don Ricardo Palma, le dispensaba su cálida amistad. Nutriese de historia de América y buscaba documentos para esclarecer el asesinato de Sucre. Se valió de un joven delegado para la publicación en folletos de “La Dinastía Mastuerzo”.
Había recibido un saludo del General Antonio Guzmán Blanco, presidente de Venezuela, reconociéndolo como jefe de la Revolución liberal ecuatoriana. Otra circunstancia acabó de decidir a Alfaro a procurar la más querida ilusión la reintegración de la Gran Colombia. Guzmán Blanco había convocado en 1883 un congreso  internacional en Caracas, a fin de delimitar las fronteras de las vecinas repúblicas, suscribir una alianza defensiva y convenir en el arbitraje obligatorio para conciliar las diferencias que pudieren surgir.   Momento de americanidad que todavía podía ser aprovechado su hermano más querido, el Dr. Marcos Alfaro, residía también en Lima.
Lo propio que con el Perú, sucede con nuestro vecino del norte, la república de Costa Rica, segregada  de la comunidad política de Centroamérica; tiene que ser colaborada naturalmente interesada en nuestra causa y a caso, algún día abierto el canal de Panamá, venga a ser movida por voluntad propia, parte integrante de Colombia, por razones de mutua conveniencia y seguridad será este un gran día para la América , porque de este modo la unión colombiana hará de hecho la unión centroamericana, con las cuatro repúblicas restantes en las Logias Masónicas de Lima se celebraron ceremonias,  a las cuales asistió, maestro reverente silencioso, después, comenzó a ir a sesiones de espiritismo, la inquietud del mas allá le torturaba.
A caso así hallaría la explicación de tantas cosas y fortalecería su alma con la más inmediata presencia de Dios a la verdad, lo buscaba siempre. El primer día del sufragio Alfaro ganó la votación, mas se adulteraron las acatas, se colocaron votos anónimos y fue elegido Flores los diarios Liberares estaban clausurados y los Mítines eran sometidos a los balazos.
Aquella tarde el propietario del hotel tuvo un gesto conmovedor, no podía soportar que Alfaro usase esos muebles tan viejos y quiso cambiarlos por otros nuevos. Cambió la conversación sin dar sitio a la réplica lentamente, desenvolvió sus proyectos revolucionarios y aquellos tan queridos de la Gran Colombia. Nunca en sus ojos se adivinó más dolor y nunca tampoco mas tremenda mas resolución de vencer. 
La deuda  gordiana
Años que se fueron   despacio entre horas de cólera   cuando  le roban la correspondencia en el correo de lima  por que los enemigos le perseguían  hasta en la vida privada  Alfaro en lima  mirando  horas los horizontes marinos reían  la memoria fresca  en las bromas que le hacía a doña Anita como aquella ves que le escribiría Anita querida  del alma ¿podría llegarse al Istmo  de seguir a centro América? Muchas cartas había escrito y quería escribiendo a su cinco hijos en pequeños papeles adornados de flores  a todo color y en ellos  les mandaba besos y advertencias todavía vivía su hermano Macos cuando doña Anita  en una carta le dijera algo colérica  ya estarán tu y Macos con sus ilusiones que a nada conducen sino al sufrimiento de ustedes y de los suyos y el entre bromas le había dicho aunque tu me dices que no tengo esperanzas de que se subiese tu carácter yo creo que si los conseguiré por que todos los días  la voy a poner una esperma a santa Rita que no me puede  por menos que me puede hacerme ese pequeño favor  por temor a mi enojo  los sufrimientos han de tener su término,  y estoy segura que de los sufrimientos a de descontinuar hasta rematar con mi vida por sufrimiento y vida gloriosa que han de llenar de gusto orgullo a los mismo especialmente a ti  y a mi prole.
Cuando yo me muera que entre  paréntesis  debe advertirse que no puede ser pronto por que todavía tengo mucho que hacer en esta vendita tierra entonces si seguiré tu turno  después de muchos años llegare hacer una viejecita muy regañona pero siempre muy respetable  cuando la gente te vea pasar  dirán con respeto señalándote  esa es la vida del héroe  Juan Murillo exiliado también cuya esposa  disponía en honor a Alfonso las comidas sin cebollas gran escritor  de cartas como era, hasta que le dieron  las señas  de un comerciante  italiano por el que indagaba. Hombre rico  ahora, le era deudor  de una apreciable  suma desde los tiempos  prósperos  de Panamá.
En Venezuela  también tenía parientes entre los primos, cuando los generales  y lo más importante de todo por ahora para la tranquilidad del hogar alcance el propósito de sus hijos Macay era el alcance   el legado del pobre Pepe  que tiene que ser fuerte porque él decía que la mitad de sus bienes le pertenecía  ambiciones que se le ajustaban a las ambiciones nacionales.
Agonía de “la argolla”
Abundaron profetas que    anunciaron la destrucción  del mundo  y el juicio final   día, muy temprano tendría que rendir   confesión ante el director   espiritual, casi siempre  un cura gordo,  que las habría de asustar con el pecado   y maldición  eterna.
 El sentido de culpa  especialmente  en las mujeres atormentadas  por las  inhibiciones de una educación  convencional, ponía en las mejillas  un cándido arrebol   y en los ojos, una bella tristeza.
La verdad es que había dinero el  buen cacao  resultaba una maravilla  los hombres iban a Paris   hasta ya bien cumplida  la mayoría de edad , y las mujeres permanecían   soñando en el regreso de los  apuestos jóvenes   que sabían hablar Francés  y traían  el sortilegio pecaminoso  y excitante de los  bou levares, de las mujeres malas que perdían  a los hombres  y de los poemas  perversos. Después  de todo, y a pesar de tanto   los cuatro años de la Presidencia  de Flores  habían transcurrido  en paz. El comercio habíase aprovechado  la burguesía  ganaba terreno.    
Flores imagino una nueva combinación   política  el progresismo que agrupaba a conservadores  tolerantes y a ciertos liberales  tibios, que creían en la declaración de los derechos del hombre y en nada mas la misma clase feudal como siempre  era la que mandaba  flores no era un transformador y no podía liquidarla ni siquiera mermar sus privilegios  los peones  conciertos Vivian  como antes esclavizados por las deudas heredadas  de padres a hijos y el hombre  de la calle  l alfabeto y miserable no tenía nada que ver con el país no era tomado en cuenta con su propia tierra ecuatoriana y ni siquiera conocía el la cartilla de la geografía elemental  flores así cuidaba  de respetar los  privilegios de la  clerecía. Hubiera  requerido de extraordinaria energía para que progresismo respondiera a las bellas promesas de libertad   supo realizar sus dos más grandes ambiciones de gobernante el arreglo de la deuda inglesa y la negociación definitiva de límites con el Perú los últimos tiempos de su gobierno  los dedico a buscar sucesor  ninguno mejor que el general Francisco Salazar ministro en el Perú por muchos años ya era el ministro de guerra de García moreno  aquel de los  fusilamientos de Manabí  cuando Alfaro se levantare  en  armas al madrugarle los veinte años venia  aspirando a la presidencia sin conseguirlo y ya  iba al colmar sus deseos. En 1875 a raíz de la muerte de García Moreno  había fundado  y presidido en Cuenca la sociedad anti conservadora.
Desde su habitación controlaba  Alfaro estudiaba el movimiento de las tropas y daba sus consejos de viejo  combatiente no debía presentarse en las batallas pero los dirigía como  un experto jugador entre mapas y señales  los desaciertos de  cordero le dieron nueve oportunidades de  batir al enemigo  por lo pronto se puso a gestionar la firma de un célebre  trato  que perduro en las historias como el tratado de los cuatro representantes  de Nicaragua Venezuela, Colombia  y él se comprometieron a la mutua ayuda  por la causa liberal. Alfaro  prometía poder desviar numerosos  contingentes de nicaragüenses y colombianos   sobre la isla  Cuba estaría en guerra dentro de pocos meces el genio de Martin no olvidaría mas de Alfaro alguna vez afirmaba como para que nadie pudiera continuarle Alfaro es uno de los pocos Americanos de creación  ratos algunos  liberales creían  que el poder llegaría a sus manos  sin verte sangre y el bueno de don Luis fortalecido realizaba un nuevo esfuerzo por llegar hasta el fin de su periodo constitucional.
El pueblo en armas
En la capital de la República, los conservadores conspiraban y hacían intentonas para sublevar el ejército. La crisis iba a estallar de un momento a otro, y los bandos políticos se aprestaban a no dejar perder la oportunidad. La gente vivía ahíta de Caamaño y del progresismo. Y todos, a una, señalaban la ineficacia de Cordero, cuya renuncia procuraban producir por cualquier camino que fuera. Finalizaba 1894. Al principio, circuló la noticia, apagada, como un rumor distante, subterráneo, que iba creciendo de amenaza. La gente trasmitía el eco oscuro, como el anuncio de una catástrofe. En Guayaquil, sobre todo, la agitación ya no podía disimularse. Nadie se explicaba nada con exactitud: era como el súbito obscurecer de un día cargado de sorpresas. Hasta que la prensa liberal acusó.
Vivía en Chile, el general Ignacio de Veintemilla, el papá Ignacio de aquella inquietante Marietta de la batalla de Quito. Marietta poseía bienes en el Ecuador, heredados de su marido, Antonio Lapierre, fallecido a poco antes de casado, y hermano del humorista poeta de “El Perico” por ello, hacía frecuentes viajes al país. No se había resignado a la derrota que sufriera cuando lució en el combate la frescura altanera de sus veinte años. Durante los once que habían transcurrido, el empeño de la revancha mantenía lo como un tesoro bajo las siete llaves de su gracia.
Papá Ignacio tiene que regresar, se repetía, así como regresaron otros, entre el aplauso reparador. Apenas cruzados los treinta años, su belleza acariciaba aún las miradas masculinas. Aquéllos que se habían quedado con el poder del tío, iban a caer. La oportunidad volvía, con una promesa así de cegadora que no alcanzaba a ver dificultades en la empresa, vivía en Guayaquil, en la misma casa de José Lapierre, cuando llegaron las primeras noticias en una carta del general Veintemilla, cuyas relaciones adquiridas en Chile, en mérito de haber sido Presidente del Ecuador, le pusieron en dominio del secreto extraordinario. Veintemilla estaba muy lejos de ser el mudo que retratara Montalvo en sus “Catilinarias”. Ni torpe ni ignorante, tirano sí, y de los fuertes. Pero así era Montalvo, apasionado mentiroso con harta literatura.
Lapierre, cauteloso, empezó a hacer averiguaciones. Y de allí surgió el rumor de que aquel peculado que no vacilaba en afrentar la bandera de la Patria con tal de obtener unos miles de libras esterlinas. Un joven liberal, Alberto Reina, empleado de la oficina del Cable, obtuvo copia de los telegramas cifrados enviados a Caamaño por el Cónsul del Ecuador en Nueva York. Intervenían en el negocio unos parientes de Caamaño, propietarios de la casa comercial que tanto había tenido con ver los ciertos contratos con el Estado, ya denunciados por Alfaro, y cuyos corresponsales en los Estados Unidos eran unos señores Flint. Naturalmente, la propuesta, hábilmente insinuada, tenía que venir del extranjero. Y así ocurrió. Los cables sustraídos fueron descifrados en el despacho del director de “El Diario de Avisos” –después “El Telégrafo”–, José Abel Castillo. El primero contenía una propuesta oficial a nombre del gobierno de Chile. El segundo rezaba: “Traduzca con mucho cuidado. Flint ofrece dos mil doscientos cincuenta libras en privado para nosotros. Procure conseguir resultado favorable”
Pasaba que Chile tenía interés en vender al Japón el crucero de guerra “Esmeralda”, pero, como había declarado poco antes su neutralidad en la guerra que ese país sostenía con la China, quería sacar las castañas del fuego por mano ajena. En un principio, buscaron un país centroamericano, pero ninguno quiso aceptar. Luego, valiéndosele un vago ofrecimiento de apoyo moral y materiales de guerra, en caso de conflicto con el Perú, se pensó en el Ecuador. Caamaño no tardó en convencer a Cordero y sus ministros de lo ventajoso de la negociación, que daría al país un aliado poderoso en el momento en que las relaciones con el Perú hicieran crisis, y estaban haciéndolo a cada instante. Cordero nada sabía de la gratificación a Caamaño, por más que debió sospecharlo. “Estamos de acuerdo en que se le preste a Chile el servicio que desea, decía el Presidente en un telegrama a Caamaño, pero hay que buscar una forma decente de prestárselo”. Por desgracia, la honra no admite formas para la indecencia.
A renglón seguido, se volcaba toda la ingenuidad del Presidente:“telegrafíese a nuestro Cónsul en Valparaíso para que, en nombre de nuestro gobierno, consienta en que el buque de guerra “Esmeraldas” haga un viaje de ensayo a Honolulú, para que podamos conocer sus condiciones marineras y perfeccionar negocio si éstas no satisfacen. Comisione a quien convenga, aunque sea chileno, para que al fin del viaje a Honolulú opine si le parece o no que las condiciones del buque son adecuadas para la costa y ríos del Ecuador... ¿Qué le parece esta forma? Si la tiene usted por aceptable, entiéndase por cable con Solórzano y Noguera (los cónsules en Nueva York y en Valparaíso).
De lo contrario, indíquenos sin demora lo que le parezca mejor”. Un Presidente que tenía la ñoñería de firmar semejante telegrama... ¡bueno! Ya tenía cerrada toda posibilidad airosa. El gobernador Caamaño de hecho quedó investido de la facultad de proceder. Chile creyó conveniente que el buque saliera de un puerto ecuatoriano y se señaló la isla de San Cristóbal (Chatham), de las Galápagos. Allí recibiría la bandera del Ecuador y continuaría viaje para ser entregado al Japón. En tal estado lo convenido, el Congreso de Chile autorizó la venta en la suma de doscientas veinte mil libras. En tanto, el Gobierno ecuatoriano autorizaba al cónsul en Nueva York para que firmase el contrato con el Ministro de Japón. Caamaño saboreaba ya su fácil triunfo, prevalido además de las profundas simpatías que el pueblo ecuatoriano tenía para Chile. La fiesta nacional chilena se celebraba en el Ecuador como de casa, a toda pompa. En las calles, se gritaba, con fervor, ¡Viva Chile, mi... hermosa Patria! Todo lo chileno era amado con sangre. Caamaño estaba muy contento. Ansioso, como un mercader avaro, se frotaría las manos esperando la propina. Reiría del país, de Cordero, de los imbéciles compatriotas que todo lo ignoraban, de Cárdenas a quien había colocado en el Gabinete para guardar las apariencias de un Gobierno democrático... ¡Qué torpes eran los otros! El Ecuador le pertenecía.
Pero Solórzano no le enviaba el dinero y empezó a desconfiar. Lapierre, en tanto, había ofrecido a “El Tiempo”, diario del que era redactor, sus informaciones privadas. Y ya estaban llegando los cablegramas del extranjero que afirmaban que Chile había vendido al Ecuador un buque de guerra. La noticia se deslizaba, aseverando maliciosamente que el buque no llegaría nunca al país comprador. Al empezar diciembre “El Diario de Avisos” se dirigió públicamente a Cordero, pidiéndole que calmara la ansiedad pública con una declaración categórica. La respuesta fue ambigua. Entonces, un grupo de ciudadanos liberales invitaron al pueblo a una reunión cívica. La crisis estalló. Aquel día, amanecieron cubiertas de mantos negros las estatuas de los próceres. ¡Duelo sobre la Patria! ¡Duelo sobre el país!
Amaneció el 5 de junio de 1895. Congregó se el pueblo en comicios público. La voluntad de la tierra, tanto tiempo burlada, iba a cumplirse.
Eloy Alfaro fue aclamado por el pueblo Jefe Supremo de la República y General en Jefe del Ejército. Se le reconocía como el alma del movimiento popular, se le llamaba benemérito, hombre de abnegación sin límites y débasela amplias facultades para la reconstrucción del país.
Otros afirmaban que el indio montonero y anarquista no sabía leer ni escribir, y que, dentro de muy poco aquel pueblo insolente y b6rbaro asaltaría los hogares, violaría doncellas y prende rijo a la mejores y más bonitas casas de la ciudad. El río serpenteaba como una cinta alegre y las velas de los pequeños balandros se recortaban contra el reflejo de la luna en el agua.
Las pastorales negras
El rigor de las lluvias había cesado, la ciudad de la mitad del trópico, libertad del húmedo calor de la estación lluviosa, tenía otra fisonomía, remotamente parecida a la primavera jamás probada en esa de la tierra donde fue después de aquel memorable 5 de junio de 1895, en que verdad Guayaquil troco su rostro viejo por la joven tersura de aires nuevos.  
En alma de la revolución había poseído a la ciudad. Su presencia se la sentía hasta en la muda contemplación  de las calles abiertas al sol o en el trajinar de los suburbios, solo sabían que era valiente y apuesto. No poseía mucha inteligencia, pero era gallardo, los caballos de su coche desenganchados y los más exaltados de sus admiradores tiraron del carruaje. Cayó Algunas flores sobre su cabeza casi adolescente y no falto quien afirmara impresionada mente imperiosamente que Bowen debía ser proclamado jefe supremo de la República.
El pueblo entero en las calles el pueblo entero en las calles frente al rio contemplando el vapor ¨pentauro¨, cuando largo las anclas, la bandera nacional al tope. Cuando lo vieron, cuando sintieron tan adentro la presencia estimulante, se agitaron, ebrios, trémulos, hinchados los cuellos de gruesas venas  ardientes y el grito inmenso toco los aires ¨Viva Alfaro¨   los petardos elevaron a reventar contra el cielo.
Se acercaba pequeño con la levita abotonada en la derecha el delgado bastón, la barba enteramente blanca y la mirada perdida sobre aquella muchedumbre. ¨VIVA EL VIEJO LUCHADOR¨, ¨VIVA EL PARTIDO LIBERAL¨.
La comisura de sus labios hizo una curva temblorosa. La visión del pueblo le había penetrado todo el ser y le tenía con los ojos pasmados. Lanzo las miradas hasta muy lejos y no pudo el fin de aquella muchedumbre. Y cuando las voces más cercanas pidieron su palabra y el rumor se fue apagando.
Entonces, con la mano derecha sobre el corazón, abierta como una ofrenda, exclamo: ¡No puedo!!No puedo! ¡Pueblo soberano perdónenme! ¡No pueblo hablaros!  Cumpliré con mi deber.
De rato en rato, el grito de guerra se levantaba: ¡Viva Alfaro! ¡Viva el viejo Libertador! Amanecía los gallos habían cantado inútilmente aquella noche, porque el silencio solo se quebraba con la gruesa voz llena de rabia, de fiesta y de alegría.
¡Alfaro o bala, carajo!
La ley histórica empezaba a cumplirse. Solo el pueblo daría el poder, arrebatando de las manos intrusas, extrañas dueñas del país como lo es un pícaro que con el tiempo llaga a creer en sus derechos la cosa robada. A veces, creía dudar.¿ contaría con hombres de pensamiento que le ayudaran en la obra de crear un país? La primera obligación consistiría en conciliar.
Y en sabiéndolo así, había que intentarlo. Lo intento.
Dos misiones de paz salieron de Guayaquil. La primera a la capital de la República a buscar una fórmula con el gobierno que permitiera al partido libérala asumir el poder sin derramamiento de sangre. La otra, a Cuenca. Ambas comisiones fueron rechazadas desde antes .y para conseguir que la provincia adhiérase a la revolución, había partido a Manta un grupo de liberales, que incluía a Felicísimo López y el sacerdote católico Manuel Ontaneda.
En Manta el buque de guerra ¨Cotopaxi¨  se había entregado a las fuerzas liberales y mientras los delegados de Robles  retornaban a Guayaquil, los manabitas organizaban la revolución, mancharon sobre Calceta y tuvieron el primer combate.
Manchaba a la cabeza exhortándolos con su monotonía voz de predicador, descolorida la sotana negra con ribetes verdes, tan remendada como los pesados zapatos, el sombrero faldón de paja toquilla con cinta y borlas negras caídas hacia atrás y en la mano un delgado bejuco.
Cuando llego a Quito con las tropas fue aclamado. Besaban el filo de su sotana y rogaban su bendición. Embriagadas con el vino el misterio y del secreto de aquella pompa ultra terrena, la noticia de aclamación conmovió a las ciudades a las aldeas y a los pueblitos mas escondidos de la sierra, los indios asustados escuchaban aquellos sermones de admonición.
 El enemigo es el liberalismo en toda su más repugnante desnudez y asquerosa deformidad. No así el enemigo que hoy nos amenaza monstruoso es el del infierno espantoso, indescriptible el liberalismo y comunismo, radicalismo es la gran ramera de Babilonia que vio a San Juan el apocalipsis como a una gran mujer sentada en una bestia llena de nombres de blasfemia, así la guerra civil empezaba a convertirse en una peligrosa guerra de religión los conservadores estaban satisfechos en clero judía puntual a la cita, a la fortificación de los privilegios. En quito el Gobierno pasaba por momentos de confusión al organizar la defensa en pero de haber de ver acudido en su auxilio económico por el orden del arzobispo las comunidades religiosas el nombre del sarasti encontraba resistencia no creían en el porqué había servido al progresismo y el conservadurismo ultra muntano nunca vio con buenos ojos a un aprovechándola a la combinación política inventada por Flores.
Prometo excelentísimo señor arralar con mi división al enemigo de la República y ofrezco el noble pueblo de quito presentar en esta misma plaza al jefe del vandalismo amarrado o arrastrado. No descuido un detalle si en la sierra se había abierto una peligrosa campaña de odio regionalista, él quería destruir llamando al hombre del otro lado de los andes a engrosar las filas liberales.
El 25 de junio cuando cumplía 53 años de edad escribió una conmovedora proclama,….Nada soy, nada valgo, nada pretendo, nada quiero para mí. Todo para vosotros, que sois el pueblo que se ha hecho digno de ser libre…Con la experiencia del pasado y con las lecciones del presente, debemos establecer, en lo porvenir, una política humanitaria de tolerancia y justicia, que condene los excesos, reprima los abusos y concilie todos los ánimos.
Y a las comisiones de paz habían regresado. No quedaba, pues, otro camino que la guerra. Nunca tuvo, a la verdad, muchas esperanzas en la actitud conciliatoria, pero debía cumplir con ese deber y justicia, después, lo inevitable de la lucha.
Yo no doy contestación a esa clase de cartas.
No pensó más en el asunto y contrajo su atención a la campaña que iba a iniciar. El 24 de julio encargo el Poder Ejecutivo al Consejo de Ministros, y el 25 salió  a tomar el mando de sus hombres.
Planeo el avance en dos grandes hojas de tijera, la una, bajo sus órdenes, seguiría por la ruta trazada para la construcción del ferrocarril a Quito.

CRITERIO PERSONAL
Al darnos cuenta de todos los sucesos ocurridos en esta obra de la vida real de un hombre que tiene historia no solo por sus actos buenos, sino también por aquellos errores cometidos en su pasado que tenemos como ejemplo en nuestro contexto actual ya que con ningún ente a sabido manejar de manera eficaz la administración política de nuestro país.
Pero al ver esta larga historia llamada la Hoguera Barbará, en mi opinión personal diría que hasta ahora los presidentes que he tenido la oportunidad de leer no han sabido satisfacerme de cómo debería ser un verdadero Presidente del Ecuador. Bueno ninguno es perfecto, pero cada uno de ellos tiene una parte obscura, la cual tarde o temprano será descubierta.
ANEXOS
FOTOGRAFIAS DE LA VIDA DE ELOY ALFARO

ELOY ALFARO EN SU JUVENTUD



CON SU ESPOSA


EN LA CONSTRUCCION DEL FERROCARRIL


 
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